ASDRA
repudia los dichos de Flavia Champa, miembro de la Secretaría de Derechos
Humanos, que usó la palabra mogólico y otras expresiones discriminatorias
ASDRA –Asociación
Síndrome de Down de la República Argentina- manifiesta su rechazo a los dichos
de Flavia Champa, secretaria de Sergio Kuschevatzky, director del
Archivo Nacional de la Memoria, que funciona dentro de la Secretaría de
Derechos Humanos y que usó las expresiones “Negros de mierda”, “Mogólicos”
y “Villeros”. La funcionaria perteneciente al Ministerio de Justicia de la
Nación le contestaba a trabajadores que realizaban una protesta en el Espacio
Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).
La
utilización de la palabra mogólico como insulto es discriminatoria ya que tiene
su origen en las primeras descripciones médicas que se hicieron acerca de las
personas con síndrome de Down, por la forma habitual de los ojos de quienes
tienen esta condición. El término suele usarse para insultar haciendo
referencia a la falta de inteligencia de la persona a la cual se dirige. Es
decir, sitúa a los individuos en parámetros de normalidad-anormalidad y
entiende a la discapacidad intelectual como algo fuera de lo normal, incorrecto
u objeto de burla.
A raíz de este condenable hecho en las redes sociales se empezó a bardear a Flavia Champa con toda clase de insultos y comparaciones, muchas de ellas tratándola de “india”, “no nórdica”, "gato", etc. Caer en esto esto es caer en el mismo trato discriminatorio que ella manifestó.
Afortunadamente
encontré a alguien equilibrado y me parece que sus palabras expresan con claridad cuál es el problema que nos precipita en una brecha sin
fondo.
Por eso las transcribo a continuación:
Así asimiló todos los
prejuicios de los terratenientes y enfrentaron con rabia a los gobiernos
populares: “Esta gente está habituada a reverenciar la prosperidad de los
cipayos, de las castas del lujo, los negociados entre las altas figuras nativas
y los rubios representantes de los imperios, y cada uno siente celos de la
prosperidad de otros, sin fijarse en la propia. Nadie le lleva la cuenta a los
automóviles ni a los traje de un Anchorena o de un Alzaga, ni al “mister” de la
sociedad anónima extranjera, porque se parte del supuesto que nació para
tenerlos ¡Pero todos se alborotan por el nuevo traje del inquilino de la pieza
31!”.
Pero lo peor de todo es
cuando en La Nación -el diario centenario de los Mitre- leemos notas que
repasan la prensa extranjera bajo el título “Cómo nos ven”. Y ahí es cuando la
propia aristocracia argentina- los Bullrich y Peña Braun- se vuelve provinciana
y tilinga, tanto como esas clases medias que aspiran a ser como ellos. Sobre
esto Jauretche reflexiona: “Para esta gente la opinión que importa sobre lo
nuestro es la del periódico extranjero. Jamás se les ocurrirá pensar que el
punto de vista del acreedor es distinto al del deudor, y el del país dominante,
al del dominado, y que lo más probable es que lo que esa prensa condena por eso
mismo puede ser lo conveniente desde que el interés es opuesto”. Así es como
hoy el gobierno de los CEOs se congratula ante una felicitación de Merkel,
Obama o el FMI a Macri y se escandalizaba cuando estos mismos diarios
criticaban a los gobiernos kirchneristas.
Este mecanismo de
mimetizarse con el de arriba y despreciar al de abajo o incluso al igual fue
señalado hace tiempo por Don Arturo. Lo que me pregunto es: ¿qué nos queda a
nosotros hacer además de la obvia observación de la vigencia de estos
preceptos? ¿Cuándo vamos a empezar a desarticular de raíz esta colonización de
las conciencias?
Hace poco entrevisté en
Futurock a la mamá de una chiquita con síndrome de down a quien el gobierno de
los Ceos le había quitado la pensión. Ella me hablaba de una desilusión y
detecté que había votado a Macri. Se lo pregunté sin rodeos y me contestó que
sí. En eso cayeron unos cuantos mensajes de oyentes indignados. Les dije que
para conquistar el corazón de las mayorías primero había que comprenderlas. Es
cierto que los CEOs cuentan con todo el aparato mediático, esa feroz arma de
dominación de las conciencias. Pero nosotros tenemos de nuestro lado algo más
importante y deberíamos buscar la forma de darle más potencia: nosotros somos
la mayoría. Este modelo económico llevado adelante por la murga de los CEOs no
beneficia sino a los sojeros y a los banqueros y perjudica a todo el resto de
los argentinos. Se vienen las elecciones y nos sobran los argumentos porque
efectivamente a todos los comunes nos va peor. Vamos a dar batalla en cada uno
de nuestros ámbitos con ternura, comprensión y paciencia. Cuando las papas
queman y la dirigencia está alborotada y confusa, la campaña la hace el pueblo.
Depende de nosotros.
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